Saturday, November 15, 2003

Tenía ganas de robar algo. Pero algo que valiera la pena robar.
Entonces decidí que era necesario trazar un plan lo más exacto posible para obtener el mayor éxito posible.
Estaba tratando de hacerme con mas de un millón de dólares.
Claro que no sería fácil, es más, tampoco podría hacerlo solo. Necesitaba ayuda.
Así que traté de ponerme en contacto con los mejores ladrones que se pudiera obtener.
Estuve rondando los bares y boliches donde solían reunirse y de apoco completaría completando el círculo.
Primero necesitaría tres conductores, de los más expertos. Segundo, un experto en explosivos. Tercero, dos lindas chicas. Cuarto, tres malechores de la peor calaña, asesinos para hablar mejor. Quinto y último un experto en cajas fuertes e informática.
Nunca pude conseguir a ninguno, es más, nunca pude dar el golpe.
La noche que empezé a buscarlos, tuve la mala suerte de empezar por el cuarto.
Uno de los asesinos no me dió tiempo a explicarle que era un cajero de banco enojado con la empresa, con tres hijos por alimentar, con una hipoteca por pagar, que no quería violencia, sólo hacerme con un par de billetes. No me dió tiempo a sacar mi arma, en un santiamén tenía clavado un cuchillo en mi garganta.
Hoy no tengo laburo, mi mujer me dejó y tuvieron que extirparme la larinje. No puedo hablar, solo escribir en una computadora. ¡Qué idota!